jueves, 8 de agosto de 2013

cuando pierdes el ánimo...

Esta semana ha sido muy dura a nivel físico. Desde el pasado viernes estoy yendo al gimnasio, a trabajar un promedio de 150 minutos diarios. Trabajo en seco y luego, trabajo con millones de ejercicios en las piscinas. Hago estiramientos, flexiones,  con peso, sin peso, con resistencia... he hecho todo lo humanamente posible, o por lo menos así lo veo yo para conseguir una mejora considerable y sin embargo, la mejoría ha sido mínima, después de una semana en la que ni de noche descanso, porque incluso dormida intento estirar la pierna, he conseguido mejorar unos 10 grados. 

Y sinceramente no me puedo creer que todas estas lágrimas y todo este sufrimiento agónico, implique simplemente 10 míseros grados. 10 grados que cuando los ves en un transportador, son basura pura y dura... podría pensar que al menos son 10 grados y que poco a poco voy avanzando, en la búsqueda de ese grial personal que son los 90 grados.  Número mágico, que pensaba ilusa yo, resolvería todos mis problemas. Resulta que después de 10 semanas, comprendo que los 90 grados es solo un número y que eso no implica, un arranque normal de la vida. Un inicio normal, sería el volver a trabajar, y sin embargo, la más breve caminata de 30 minutos , muleta en mano, me deja completamente muerta. Cómo pensar entonces  que en solo 3 semanas  debería volver a trabajar 6 horas seguidas con niños?  Sencillamente imposible.

No es ser negativa, es simplemente ser realista. Incluso aunque se obrara el milagro  y lograra los dichosos 90 grados, resulta que no tengo la fuerza ni la resistencia para volver a trabajar. Y entonces me pregunto: por qué demonios no pensé en ese pequeño pero vital detalle hace unas semanas? De haberme dado cuenta hubiese dejado de comerme la cabeza con la cantaleta del trabajo y como dice mi amiga Ángela, me hubiese repetido cual mantra: lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. 

Intento centrarme en lo importante, intento centrarme en la recuperación, en flexionar, en mover la pierna y al final, creo que lo he conseguido, pero a cambio de muchas cosas. Soy incapaz de concentrarme viendo una serie, soy incapaz de utilizar internet para algo más que para buscar ejercicios y artículos relacionados con rodillas rígidas, soy nula relajándome, porque cualquier momento si estoy en reposo, me parece una pérdida de tiempo si no estoy haciendo algo con la rodilla.  Y entonces, estoy agotada, agotada, físicamente, agotada de tener dolor, de que las fisioterapias sean una tortura, pero también muy cansada a nivel emocional, y hoy si que he sentido que he tirado la toalla, que ya sea lo que sea y tarde lo que tarde, yo no puedo hacer más. No tengo culpables, ni la inmovilización, ni la sanidad irlandesa, ni el traumatólogo, son responsables de lo que me ocurre,sencillamente ha sido una suerte pésima, y soy parte de ese pequeñísimo porcentaje que después de una lesión como ésta, los ligamentos y articulaciones sanan rígidos. En una recuperación normal, tendríamos 2 meses para volver a la vida con un rango de 130 grados de movimiento, mientras que yo, 10 semanas después alcanzo a duras penas y muchas lágrimas, unos 68. Deprimente y desmoralizan? muchísimo. 

Ya se que tengo que seguir trabajando con la misma fuerza y mañana volveré a la piscina, e intentaré hacer las dos sesiones de elíptica, tal y como lo recomendó uno de los fisios. De hecho, me imagino que dará sus frutos y si tenemos suerte, la semana siguiente estaré marcando casi 80. Pero hoy, lo veo todo negro, me parece que todo es imposible y que tanto esfuerzo y tanto ímpetu no han traído nada bueno, o lo suficientemente bueno, como para considerarlo una recompensa. 

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