jueves, 18 de julio de 2013

Casi dos meses después

Es impresionante como pasa el tiempo, para lo bueno y para lo malo el tiempo pasa volando. Estos dos meses han pasado muy rápido, aunque haya habido días eternos, de esos que nunca terminaban, de mirar el reloj quinientas veces e incluso revisar a ver si esa hora muerta en el reloj, era de verdad y no simplemente producto de un fallo. 

El primer mes fue horrible fisicamente hablando. Tenía la pierna super adolorida, los calmantes no me hacían el efecto esperado  y la soledad era terrible. De 8 de la mañana a 7 de la noche estaba sola, sin poder moverme, sin poder hacer absolutamente nada, sintiéndome profundamente triste, terriblemente frustrada y espantosamente emocional, lo que provocó ataques de llantos, muchos de ellos, que fueron incluso más allá del dolor físico. Como dijo una amiga el otro día, lo que me dolía era el alma. Puede sonar incluso superficial, pero me sentía completamente perdida durante las primeras semanas. Daba igual lo que el mundo a mi alrededor hiciera, yo siempre iba a sentir que no era suficiente. No podía siquiera mirar hacia otro lado en aspectos tontos relacionados con la casa y el más simple detalle fuera de lugar o fuera de lo que yo consideraba que estaba bien, podía desatar una tormenta. Odié cada día postrada en una cama como la que más, odié Irlanda infinitamente, odié caerme y descubrir que para determinadas batallas, en esta vida estás completamente solo, y que nadie más que tú, podía sentir el dolor, la incomprensión o la indiferencia, de aquellos que estando más guapo callados, hablan hasta por las orejas. 

Después del 7 de junio todo fue a mejor. Mi mamá por fin llegó y con ella se acabaron los días eternos,  los yogures calientes, las tostadas frías, los días que empezaban igual a como terminaban, con dolor, con lloros, con discusiones estúpidas que yo no podía controlar por mucho que lo intentara. Mi mamá me trajo la paz mental que necesitaba, la ayuda, la mano  que corregía, la comida caliente, las arepas, la conversación intensa, la superficial, la que es solo gamelote y la si fuese gráfica, estuviese representada como un gran plato de entrañas palpitantes, llenas de dudas, de necesidad de hablar. 

Durante estos dos meses he sentido la necesidad de buscar mucha información en internet, especialmente porque desde la semana uno, sentí que no estaba siendo tratada como debería y no es que uno sea médico, pero cuando es la segunda vez que te pasa y te sabes los protocolos regulares, te intranquilizas hasta el infinito cuando notas que las cosas no van como deberían.  He necesitado hablar de lo que pienso, de lo que siento, de lo que esto ha representado para mi, de mis dudas reales sobre mi recuperación, de mi inseguridad y de mi miedo al ver como las sesiones de fisioterapia  iban pasando,  y mi pierna iba lento, demasiado lento, de mis conversaciones con mis fisios, de las posibles mil cosas que pueden ocurrir en una simple dislocación, porque lesiones hay como granos de arena en este mundo. Por suerte, mi mamá y una amiga, han sido esos oídos que yo necesitaba, esa paciencia para escuchar, porque no quieres que te racionalicen absolutamente todo, tu lo que quieres es echar hacia fuera todo eso que es veneno, que de no hacerlo comenzará a comerte por dentro, porque no puedes evitarlo y regodearte en lo peor por alguna causa es siempre lo más fácil. 

Hoy mi fisio ha dicho que debemos esperar la resonancia magnética que deben hacerla la semana que viene. Al fin voy a tener la resonancia que llevo pidiendo desde la segunda consulta, cuando decidieron quitar el soporte y poner el inmovilizador, que se resume en casi hace un mes y tres semanas. Una semana para descubrir por fin si algo ocurrió, si mi  situación es producto de la ineficacia sin fronteras irlandesa,  si mi rodilla está rígida simplemente como reacción a las semanas inmovilizada o si por el contrario hubo algo desde el principio que se saltaron a la torera... sencillamente porque es más fácil ignorar al paciente, pasarlo uno tras otro como so fueran churros, sin posibilidad ninguna de evaluar a nadie como se lo merece, como lo requiere cada lesión, sin ni siquiera tener la opción del médico privado que a pesar de haber ocurrido la lesión el 21 de mayo, te da cita para mediados de septiembre. 

Estoy aburrida incluso de leer, de ver películas, series de televisión, etc. Me cuesta concentrarme en casi todo, y mi cabeza constantemente está pensando en las diez mil posibilidades o escenarios. Esta batalla al final es solo mía, y he tenido que comprenderlo de una forma muy dura... por suerte, no estoy sola, pero en el campo de batalla, no hay nadie más que yo. 



Hace dos meses ...

Hoy...

Si somos optimistas, el cambio es considerable, pero si lo que queda es comenzar de cero otra vez? la incertidumbre y la espera, son sin duda, la mas aterrorizante película de miedo. 

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