viernes, 7 de junio de 2013

ir de pogres e intensos de palo...

Quien lee este blog sabe que soy fanática de muchísimas series, ese maravilloso formato que nunca muere del todo, porque cuando alguna de tus favoritas acaba siempre sale algún estreno de temporada que te engacha y te permite seguir siendo una junkie  con dosis controladas  a través de un collage diverso donde hay cabida para casi todo. Además, me encanta el cine y de uno años para acá le he pillado el gusto a los documentales, especialmente y aunque me pegue poco a los económicos...

A pesar de todo eso, podría ir de progre y decir que yo no veo televisión. El 95% del tiempo invertido viendo televisión es mediante todo lo anterior, es decir, series, películas, etc, que te descargas de internet  o que las ves mediante Netflix, donde el medio es una televisión, si, pero donde no estás haciendo uso de los canales propios de la tele. Dos años en Irlanda, por ejemplo y no he visto ni una sola cosa, a lo mejor los fines de semana, si encendía la tele por la noche  veía 30 min de X factor o vi algunos episodios de The Apprentice  por ejemplo, pero más que eso, nunca. Sin embargo, significa eso que yo no veo tele? no y no hay nada más lejos...veo la tele, veo mucha tele y de hecho me gusta la tele, me gusta muchísimo. 

Sin embargo están los que van de progres y si ven series, pero no ven la tele en sí,  consideran que ellos no ven televisión y lo dicen siempre desde una superioridad pasmosa, como quien ha encontrado el verdadero sentido de la vida y te mira, desde el Olimpo de su sabiduría, como un bicho triste, que necesita de la caja tonta para vivir sin racionalizar que eso que ellos ven, también es televisión, que aunque incluso a lo mejor no lo ven en una tele, fueron formatos concebidos por y para televisión. 

Para mí la televisión al igual que el cine tiene cosas maravillosas y si tu idea es: ¨si, quizás me estoy perdiendo cosas maravillosas, pero entre tanta basura, prefiero pasar¨, sencillamente para mí el bicho triste eres tú.  De ahí que la televisión sea mágica y además con ese maravilloso botón on-off te da el poder absoluto de decidir. Nadie te obliga a sentarte y tragarte haya lo que haya sin poder rechistar, nadie te obliga  a encenderla y mucho menos a apagarla, si la programación no es de tu agrado. Hay entonces pocas cosas que te den tanta libertad como la tele. 

Con las series y las películas se puede ser entonces selectiva y puedes visionar simplemente lo que realmente te apetece. Jaime y yo tenemos series que vemos juntos, que son las series de familia, pero también tenemos series independientes, el se traga Doctor Who, mientras yo me trago el novelón de Pretty Little Liars, Gran Hotel o Carta a Eva...y la tele a diferencia de lo que muchos dicen, no promueve la falta de comunicación, de hecho, promueve la discusión, los temas que se pueden abordar después de una  buena película como Liberace o después de un episodio como el noveno de Juego de Tronos son múltiples, con un abanico inmenso de preguntas, respuestas, contradicciones, etc. Da igual incluso que las series sean de fantasía o de ciencia ficción, incluso en esas, lo central serán siempre los humanos y si están bien construidos, seremos capaces de identificarnos y empatizar con ellos, porque al final, nuestras pasiones, desde que el mundo es mundo, son las mismas.

Actualmente hay verdaderas obras de arte rodando por ahí. Black Mirror  ha sido sin duda la serie más impactante que he visto en los últimos dos años. Es inteligente y si hay una serie que promueve discusiones, coloquios y reflexiones sobre nosotros como personas y sobre la sociedad, es esa. 
Dead men walking, es otra que con sus altibajos, ha logrado enganchar a millones de personas ajenas al mundo zombie. Por qué lo ha hecho? Por la construcción de los personajes, por las relaciones que establece entre ellos, porque nos muestra como el ser humano es capaz de adaptarse, de amarse, de reírse, incluso en los momentos más límites. Mad Men, es la misma idea, es trasladarnos, a través de un decorado sesentero, no solo a  la cultura de aquellos años, sino también contarnos historias de personas tan reales que somos capaces de sentir exactamente lo que sienten  ellas. 

En fin, que la tele tiene cosas terribles, pero nadie tiene por qué verlas si no les gustan y es de tontos, dejar de apreciar productos hermosos y de calidad  solo por el rollito pogre...he dicho.

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