domingo, 11 de octubre de 2015

My 2 cents about life!

El teaching Council number ha sido una cruz con la que he vivido los últimos meses. Se trata de estar colegiada en Irlanda como profesora, lo que te permite optar a trabajos diferentes mejor posesionados. Fue una espera, demasiado largo y demasiado costosa, llenas de traducciones y copias certificadas, de diligencias no solo en Irlanda, sino también en Venezuela y España, pues los antecedentes penales fue lo que más retrasó el proceso. Increíblemente, los venezolanos estuvieron listos primero que los españoles.

En fin,  que ya lo tengo y con el sabría que vendrían cambios. Decidí renunciar a mi trabajo, así que estoy en mi mes de pre aviso y la verdad es que estoy muy contenta con la decisión que tomé. Además de ser una decisión super meditada y analizada, también fue una decisión compartida con otros y tuve la alegría de sentirme super apoyada por casi todo el mundo. Siempre salta la nota discordante del miedo, del bozal de arepa, pero yo no soy así, si uno no arriesga es imposible que gane... eso no quiere decir que no tuviese miedo, miedo siempre hay ante los cambios, pero lo que no quería era acostumbrarme a ver mi vida pasar, simplemente porque tuviese miedo. 

Además, siempre he creído que la gente se toma muy a pecho su trabajo, y que de una forma u otra son lo que hacen. Yo no quiero ser así, yo quiero ser mucho más de lo que hago, porque sino con los años cuando ya no lo haga, dejaré de ser yo? No, mi trabajo es una parte de mi, importante si, pero una parte. Y esta relación raruna con el trabajo, también se ve en ocasiones desde el otro lado, es decir, desde la compañía. Resulta que si te vas es traición en muchos casos, pero si el día de mañana por cualquier cambio imprevisto, te tienen que dejar ir, pues te lo tienes que tomar con soda. 

Una de las mejores lecciones de vida ha sido precisamente esa, aprender que las relaciones laborales son eso, relaciones laborales, que no es una relación entre parejas o amigos, en fin, que no son relaciones personales., en las que ante una ruptura, hay que dar explicaciones.  Las relaciones laborales se basan en un contrato firmado por ambas partes, porque ambas partes están contentas con lo acordado, pero que en el momento que uno de  los dos no lo está, tienen que tener el derecho de poderse ir. 

Y no es la ley del embudo,  estoy en contra del despido tal y como se concibe en España donde un trabajador que no es eficiente no se despide porque sale muy caro hacerlo, pues lleva en la empresa no sé cuántos años. No estoy de acuerdo tampoco en que los despidos se pacten para que se pueda optar al paro. Si se decide renunciar al trabajo, es problema del empleado y no de la empresa, por lo tanto las consecuencias también deben ser problema del empleado. Tampoco estoy de acuerdo que si estás casada, no puedas optar al paro, da igual el número de años que lleves cotizando. Eso ocurre aquí en Irlanda. 

Trabajar tiene que ser una forma de hacer algo que te gusta, de sentirte a gusto, de ayudarte a alcanzar nuevas metas, de descubrir intereses que desconocías, de ayudarte a conocerte en situaciones de stress, de tensión... quiero trabajar para vivir pero nunca vivir para trabajar. Es un sentimiento que me causa horror, vacío... para la edad que considero debe ser la época de gloria para las personas, los 65 años.  

Mi teoría se basa en fases de 15 años. Cuando somos niños los 15 años son un momento importante en nuestra vida. Dejamos de ser completamente niños y conocemos lo que son los amigos, las fiestas, los grupos. Te sientes independiente, te sientes gigante, capaz de todo. Te has echado el mundo por montera y estas dispuesto a comértelo porque sientes que te pertenece. 

Con 30,  ya has pasado la universidad, los exámenes, las primeras búsquedas de empleo, los primeros jefes cabrones, incluso quizás ya has vivido el ser despedido, el quedarte desempleado... también puedes haber conocido grandes amores, amores inolvidables, por lo bueno y por lo malo. Has sido madre, padre, te has comprado una casa o has alquilado la que ves como tu casa por un periodo de tiempo largo. A los 30 tienes mucho más claras las cosas, sabes bastante bien lo que quieres, aunque quizás todavía no sabes, el cómo. Con los 30 se alcanza estabilidad profesional y personal, con los 30 se comienza a dar prioridad a lo que de verdad importa, a lo que te llena, y el qué dirán te comienza a resbalar un poco más,  comienzas a comprar cremas antiarrugas y te haces un fondo de pensiones.  Eres en muchos aspectos mucho más libre, mas inteligente... 

Con 45  ya estás asentado, haciendo algo que te permite vivir dignamente, que te permite vivir y cuando digo vivir no quiero decir a pagar las facturas una tras otra y que no se queden las cuentas en rojo. Es el momento de los viajes, de descubrir lugares interesantes, de decidir si te dejas las canas o si te las tiñes, de pensar en futuro como algo positivo. Los hijos ya no son niños y aunque en muchos casos se tenga que lidiar con los problemas propios del de 15 que cree saber más que tú, tu vida se va pareciendo cada vez más a lo que con 30 te visualizaste en 15 años. Ya piensas en salud de una forma diferente, donde la mamografía sabes que debe ser anual, donde los hijos que no llegaron sabes que no llegarán jamás, y donde una día toca a tu puerta, una señora muy acalorado diciendo: Hola, soy tu menopausia.  También puede ser una edad complicada a nivel emocional, porque quizás comienzas a despedirte de tus padres. 

Y por último, la edad dorada, la de los 60-75 años. Estás jubilado o cerca de estarlo, tus hijos son mayores, se han ido de casa, vuelves a descubrir lo rico que es vivir a solas con tu marido, la casa se parece más a vosotros como pareja y ambos están encantados de tener ese tiempo libre que les permite disfrutar otra vez solos, otra vez, como antes. Los viajes deben estar presentes, pero no viajes de 5 días mierderos, con 65 años tiene que haber un gran viaje anual de 1 mes por lo menos, a sitios interesantes, sitios a los que siempre dijiste que te gustaría conocer. Es el momento de perderse, de ser libre, de disfrutar  el estar sano, porque aunque ya comienzan los achaques, con 65 años una persona sigue siendo joven, vital, independiente. Ya ni siquiera piensas en el qué dirán, ya no te desvives por complacer a otros haciendo cosas que a ti no te hacen feliz, y ya te das cuenta que la vida es solo una, que te pueden quedar 20- 25  años de estar muy bien, pero que el momento de decrepitud está en la siguiente ronda, así que hay que vivir, vivir y vivir, como si no hubiese mañana, porque quizás un día que no debería estar muy lejos,  no lo haya! 

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