miércoles, 20 de mayo de 2015

La chispa de la televisión

Se acabó Mad men y yo me siento un poco huérfana. Una serie con un ritmo lento que contando poco logra presentarnos una época al detalle. Somos más modernos cuando vemos Mad men y comprendemos mejor lo que ha sido la evolución de la mujer y la sociedad en general en las últimas décadas. 

Mad comenzó en las alturas, con esa imagen innovadora de la presentación, en la que veíamos caer a Don en  caída libre...En ocasiones la velocidad era mayor y el suelo se intuía inminente...
Cada nuevo año, Don Draper  aumentaba el tamaño de una cruz que cargaba sobre sus hombros, buscaba en las mujeres, esa felicidad efímera de la novedad, mientras ahogaba en el alcohol ese sin tirar siempre hacia adelante que era su vida desde niño, llena de todo lo comprable pero carente completamente de sentido, de sentimientos. 

El piso de Manhattan después de la mudanza de Megan  era el perfecto espejo de su vida... caro, muy caro, pero vacío.

El último episodio, tuvo en esta casa dos grandes interpretaciones. Para Jaime fue un final cínico, para mí fue el renacer de Don. De una forma u otra resucita y la sonrisa del final es la sonrisa del perdón, la del abandono de aquella cruz que no tiene sentido sentir cargando porque las heridas no se van a cerrar si cada día se fustiga de la forma en que lo hace. Es lo que es, con su pasado, con su duro presente  y solo asumiendo todo eso, es posible tener un futuro...

Solo mediante ese perdón es capaz de crear lo que será unos de los  anuncios  más emblemáticos de la historia de la publicidad  Coca Cola  1971.

Mad men se marcha de una forma elegante, inteligente, crítica... se marcha como esa gran guinda que es la televisión ha día de hoy, un anuncio emblemático para una serie inolvidable! 






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