martes, 23 de julio de 2013

Frágiles: Segunda Temporada



Ayer comenzó la segunda temporada de Frágiles, una serie que me gustó lo justo la temporada pasada. Personalmente me parecía una apuesta interesante y diferente a lo que suele ser el típico humor rancio español o de la temática muy recurrida últimamente de temas de época, que también están muy bien, pero en España en cuanto un estilo triunfa, parece envenenar la mente de creativos, saliendo y saliendo producciones similares. 

Santi Millán es fisioterapeuta, esa profesión que durante muchos años me sedujo, quizás por haber hecho uso de ella, durante mucho tiempo. De cualquier forma, es una serie que si bien está inspirada en enfermedades reales, presenta  un montón de hechos falsos, sobre lo qué es un fisioterapeuta. Podríamos decir que Pablo, el personaje sobre el que giran el resto de historias, es un fisioterapeuta de ficción, lo que necesariamente no está mal, si esto no va en favor de la historia, sin embargo, si no aporta nada, bien que los guionistas  se podrían ceñir entonces a la realidad y dar una  imágen más real o por lo menos no distorsionar las funciones de un fisioterapeuta, que jamás y nunca puede recetar medicamentos,  cambiar dosis, etc. Mucho menos aún, entablar una relación con una paciente,  convertirse en el mejor amigo de todos, con un gesto desinteresado constante  que parece que está ahí porque ama su trabajo y no porque cada paciente representa económicamente un pico.  Si esto fuese así, sería imposible la acojo consulta  que se gasta el Pablo. 

La serie busca emocionar y aunque en diversos episodios de la primera temporada lo consiguió, la segunda temporada ha comenzado floja. Hicieron mucho hincapié en los primeros diez minutos que sinceramente, me parecieron aburridos. El próximo lunes volveré fiel para ver el siguiente capítulo, porque creo que a todas las series se les debe dar una oportunidad y algunas necesitan entre dos y tres episodios para demostrar si son de arranque lento o si por el contrario, son malas y punto. 

De cualquier forma, si cualquier persona que haya visto Frágiles, tiene la necesidad de usar por primera vez los servicios de un fisioterapeuta, sin lugar a dudas se llevará una gran decepción... la vida real y la ficción, van del cielo a la tierra, aunque sinceramente yo me quedo con la fisioterapia de verdad, esa en la que se establece una relación médico-paciente, que comienza y se acaba en el consultorio, que no se traspasan barreras,  que queda claro que es tu médico, no tu amigo, y que simplemente presta un servicio en pro de tu recuperación física a cambio de dinero, pues al fin y al cabo no es psicólogo ni nada similar como para  ser capaz de sanar tu mente o incluso tal y como se arriesgan a  indicar en Frágiles, el alma. 


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