martes, 5 de junio de 2012

Últimamente me dejo ver poco por aquí. No sé la razón, creo que tampoco importa...siempre cuando voy en el Luas pienso en posibles temas para abordar, pero por una razón u otra no se llegan a concretar. Pensé en escribir sobre lo increíble que está resultando esta temporada de Mad Men, sobre todo ahora, cuando Don comienza a perder la cara de enamorado agiipollado con la que la comenzó  o el sublime final de la segunda temporada de Juego de Tronos. Pensar en abril del 2013 para ver la nueva temporada me parece sencillamente una eternidad...

Por otro lado he aprendido muchas cosas nuevas en el posgrado que estoy haciendo, y leyendo y leyendo y asistiendo a las practicas en los colegios, me ha dado por pensar en lo lógicas que es su filosofía y de como los padres en muchas ocasiones se convierten en grandes obstáculos para sus hijos, queriendo eliminárselos...Es como si intentando hacer un favor, al final, complicaran más las cosas. Uno de los temas más recurrentes que he visto con amigas es lo difícil que para algunas, resulta quitarles el chupete. Ellas dicen que si, que lo intentan, pero que es complicado, que los niños con él se tranquilizan más fácilmente y que en la medida en que ellos vayan ganando independencia, lo irán dejando. Todas hablan de procesos, procesos que se eternizan con niños de 2 y 3 años con el chupete a cuestas. 

Esto lo que me hace pensar es que los niños son  muy listos.  Ellos saben manipular perfectamente a los padres porque cuando llegan al cole se deshacen sin historias ni pataleos de su adorado chupete porque conocen las reglas, porque saben que se pongan como se pongan, no habrá chupete, por lo que como además, son listos, resulta que no arman ningún drama...los lágrimones quedan entonces reservados para esos padres que cuando ven al hijo llorar por cualquier chorrada, se les parte el alma en dos y ceden rápidamente, porque ¨pobrecito¨. 

Para algunos esto puede ser un signo claro de no tener hijos, pero es que me horroriza ver como gente que parecía normal, después de dar a luz pierden el norte. De hecho, yo tengo mi lista particular de cosas que me horrorizaría si el día de mañana resulta que comienzo a hacerlas. Tanto mi mamá como Jaime, las conocen y son los vigilantes encargados de prevenir comportamientos embarazosos y ridículos, de esos que hacen pensar cosas como: y tu querías un hijo para esto?

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