miércoles, 10 de marzo de 2010

sensaciones y olores


Hoy me he despertado con la extraña sensación de estar en mi cuarto en Venezuela, de hecho, creo haber visto claramente la pared amarilla con estrellas azules y el armario empotrado, justo al lado de la puerta. La sensación fue extraña como si de repente, hubiese cambiado de plano temporal y aunque yo supiera que vivía en España, que mi sitio era este... mi otro yo parecía ignorarlo. Sin embargo, cuando por fin me dispuse a abrir los ojos, aquí estaba, donde siempre, con la terrible lluvia que me acompaña desde que llgué de Irlanda, porque no ha habido ni un día donde no haya llovido a cántaros...se suponía que sería Jaime el que sufriría la lluvia y sin embargo, he sido yo...

Pero esta sensación rara me dejó el cuerpo descompuesto, como si al abrir los ojos, las cuatro paredes me gritaran extranjera, como si esta casa, por un momento, se sintiera usurpada por alguien que no la merece... y quizás sea verdad, quizás mi casa comienza a sentirse desplazada, Jaime ya la ha abandonado y dentro de poco partiremos Banjo y yo... no habrán más salidas al campo o por lo menos no a este campo... de hecho, justo ayer en la pequeña oportunidad que tuve de sacar a Banjo, vi como al fondo, las montañas estaban completamente nevadas y tuve esa extraña revelación que dura solo dos segundos, pero que existe, en la que comprendo que ni yo ni nada es eterno...quizás, es uno de los terribles síntomas del exilio, en ocasiones pasa fugaz y te susurra al oído los kilometros que hay hasta aquél lugar que solías llamar hogar. Dura solo un segundo, pero el escalofrío que te baja por la espalda, lo reconozco de inmediato, creo que es miedo, el miedo atroz que siento por un montón de cosas, especialmente por lo nuevo y desconocido.

Y claro, al volver a casa, no existe chocolate caliente que valga para entrar en calor, sin embargo, no hay mal que no cure una buena arepa... por lo que incluso con la terrible lluvia decidí salir y comprarme una malta maravillosa... cuando volví me preparé una comida increible, arepas, malta, perico... mmmmmmm, mi casa olía a recuerdos, y estando solita como estoy, olía incluso a nostalgia....

Nostalgia porque se que me voy, nostalgia por aquél lugar del que partí, nostalgia de todas las cosas buenas que seguro me hubiesen ocurrido aquí, y que por razones del destino, ocurrirán en otro sitio, porque estoy segura de que será así. Poco a poco me entiendo con la nueva idea, poco a poco y aveces en ocasiones, quiero que el tiempo pase volando...eso es un gran avance, para las personas cobardes como yo...quizás la gente emprendedora no lo entienda, pero habrá mucha otra que si, de cualquier forma, me gusta en el fondo este día triste, donde tengo el olor del campo y lluvia, mezclándose con la arepa tostadita y el imán de “I love Dublin” en la nevera... me imagino que esa mezcla de tiempos, de pasado, presente y futuro, es la mejor definición de exilio, que hoy puedo ofrecer.

1 comentario:

Almudena dijo...

Bueno, no digas que eres cobarde, porque dejaste tu país para venir a España...cobarde no es el que siente miedo, sino el que se siente paralizado.