jueves, 17 de septiembre de 2009

Agotada



Una de las peores cosas que me ha tocado hacer como profesora de clases particulares es el  ajuste anual de los horarios.  Aunque parece que en ocasiones será sencillo, siempre las cosas se tornan y el horario definitivo es tan complicado, que en muchas ocasiones, no aguanto la presión de todas las personas llamando y exigiendo, porque muy pocas piden, un día y una hora en específico.  Ayer fue uno de esos días en que me pareció infernal, al punto de que decidí dejar de contestar el teléfono, recibiendo mensajes de texto hasta las 11:30 de la noche...
En fin, muy agobiada porque soy una persona con una incapacidad nata para no decir " no". La verdad es que siempre me cuesta mucho decir: " lo siento, no hay cupo", lo cual es una verdad como un templo, pero siempre tienes ese gusanillo que intenta ver si los puede ubicar en algún huequito, pues no me gusta quedar mal y mucho menos dejar mal a la persona que amablemente me recomendó.
Pero no hay forma, en mis clases para le inicio en octubre hay  overbooking y es imposible meter más niños, de los que considero puedo atender efectivamente en clases. Creo que en este tipo de trabajos, hay que ser honrados, es cierto que ganaría más dinero si lograra meter a 6 por curso, pero seguramente también lo seria que no tengo ni el espacio ni las sillas suficientes, sin contar, con que en muchas ocasiones la calidad y la personalización de las clases, se perderían. 

Dar clases a niños desde los 6 hasta los 16, es un abanico bastante extenso, particularmente siento predilección por los niños de primaria, especialmente de cuarto a sexto, porque siguen siendo niños, aunque lo suficientemente mayores para comprender ordenes o mantener conversaciones inteligentes. Sin duda, el estar rodeada de niños continuamente, creo que me permite observar la vida desde un horizonte más amplio y dar importancia a aspectos que quizás de mayores, son menos relevantes. 
Si bien termino la mayoría de los días muy cansada y en ocasiones puede ser una profesión muy frustrante, sin vacaciones, ni bajas, ni permisos,  también es verdad, que año tras año, la llegada de nuevos alumnos,  me demuestra que no debo ser tan mala, y que los niños están aprendiendo, sino, fuese imposible que llegaran nuevos recomendados de pueblos bastante alejados del mío. 


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