lunes, 5 de septiembre de 2011

Cambios

Nací en una familia gastronómica. En mi familia, la comida siempre ha sido un vínculo de unión, y no ha habido evento sin que la comida tuviera un lugar importante, sin importar si estábamos reunidos por algo triste o algo alegre. Reunirnos y comer juntos era una especie de comunión, donde a través de una cucharada de mondongo, todos sentíamos el amor de mi tía Edda... cada ingrediente había sido comprado, cortado y cocinado, por nosotros y el comer se convirtió en otra forma de recibir amor.  Hace muchos años atrás, incluso muchos antes en que mi tía Edda tomara el relevo, las caraotas de los domingos, cumplían la misma función, teniendo una abuela tan particular, las cucharadas podían representar los Te quiero sentidos, más no dichos...
Cocinar entonces se convirtió en un medio de comunicación, en una forma de entender la vida, de amar, de pedir perdón   e incluso de calentar la casa. Mi cocina era mi reino, y en ella me sentía alegre. Mis inicios fueron como los de casi todos, como espectadora...sentarme sobre la mesa de la cocina mientras se cocinaba, mientras mi mamá hacia el quesillo más famoso del Estado Miranda o la torta de plátano favorita de mi hermano. Sentarme a ver como Magdalena redondeaba las arepas y la casa entera  olía a desayuno a Toddy, me hacen volar hoy en día hasta ese hogar lejano, que no se ve pero se huele e incluso se puede saborear. Mis recuerdos están  en la boca, en la lengua, en el paladar...
A partir de un momento en mi vida, sentí la necesidad de comenzar mi propio recetario, mi propio mundo en el que las recetas eran siempre modificadas y nunca podría darlas con exactitud porque en él  no existen las  medidas exactas. Recuerdo intentar hacer una receta del estilo tradicional para  mi cuñada pues quería hacer un arroz chino o a mis vecinas para que intentaran las famosa torta de pan y fue casi imposible, como describir los puñados, pizcas,  chorritos, gramos?
Y a qué viene todo esto? Viene a que desde que llegué a Dublín esta pasión que se ha transmitido selectivamente de generación a generación, la he ido perdiendo. Cocinar hoy en día se ha convertido en algo más cercano a una obligación que a una pasión. No investigo, no soy creativa, quizás porque perdí todos mis recursos, porque no tengo los ingredientes, las herramientas. Cocinar algo tan sencillo como una lasagna es imposible, sin fuentes de horno, lo mismo ocurre con el hecho de plantearme un postre... no tengo nada de lo que se necesita ...y me da una pereza enorme pensar en recomenzar...
Por un lado me da pena  pensar y sentir que algo que me apasionaba hoy en día me desagrade... será que cada cosa tiene su tiempo, y el mío en la cocina, yo creo que  pasó. Para mí es sin duda no  una cruz que debamos comer a diario,  sino que debamos prepararlo.

Por cierto, con la limpieza no tengo problema y aunque suene raro, incluso me relaja...


1 comentario:

almulou dijo...

Yo estoy segura que es una racha, y que seguro que se te pasa. Como todo acto de amor, hay que estar bien relajado para que te apetezca...ya verás como vuelves a ser mi ídolo y el de todos los que han probado tu comida.