Hace ya un tiempo que quería ver Pulseras Rojas y hoy por fin he visto el último episodio. Es una serie corta, solo un temporada de 13 episodios y que ha tenido buenas críticas, sin embargo, debo reconocer que esperaba algo más de la serie. La promocionan como la serie que emocionó a Spielberg y oye, eso me parece muy bien, pero a Spielberg también le emocionaron Hook o Amistad y particularmente las dos me aburrieron un mundo, por lo que la sensibilidad de Spielberg y la mía marchan en distinta sintonía.
Pulseras Rojas gana mucho cuando es Polseres Vermelles... el doblaje de la serie hecho por los mismo actores no es para nada convincente y hace que resulte incómodo el verla. Hice la prueba de verla en versión original, y aunque era posible seguir la trama, pues los detalles, los chistes, los juegos de palabras se perdían, por lo que me terminaba quedando con una serie descafeinada y decidí volver a la serie doblada.
Quizás me pareció que la serie hubiese estado genial si tratara de personajes más pequeños porque determinadas situaciones me parecieron completamente inverosímiles para chavales en plena adolescencia, alguno de ellos, a punto de cumplir la mayoría de edad. Porque una cosa es ser ingenuo y otra muy distinta es ser tonto, con un corazón de oro, si, pero tonto. La idea del posible trasplante de riñón no había por donde agarrarla así como todas las increíbles hazañas realizadas por los chicos. Comprendo que al final Pulseras Rojas es una serie de entretenimiento y que no tiene que ceñirse por completo con la realidad, pero para mi gusto, dejó escapar oportunidades interesantes para conocer de una forma diferente lo que es vivir bajo ciertas circunstancias.
Me alegro de haber visto la serie y me alegro todavía más de haberla terminado. Ahora queda simplemente esperar al otoño pues TVE se ha puesto en marcha nuevamente y ha decidido por fin sacar del congelador la nueva temporada de Gran Reserva, una serie que comencé a ver con cierta indiferencia y que debo reconocer que me enganchó completamente y lo mejor de todo, nos enganchó...quizás por el maravilloso aprendizaje de saber diferenciar un Cortázar de un Reverte...y particularmente porque me da la posibilidad de seguir disfrutando de Aitor Luna, un actor hecho a mi medida al que espero no le toquen ni la barba ni el pelo, pues pierde todo su encanto.
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