En los últimos días en la prensa y la televisión, el caso de Arantxa Sánchez Vicario, logra encontrar un hueco importante. Todos hablan, comentan y opinan, sobre los diferentes comunicados que van sacando a la opinión pública,la tenista y sus padres. Un caso grave en el que la demandante reclama 45 millones de euros, parece ser la delicia de programas del corazón, quizás debido a ese terrible mal que siempre ha caracterizado a la sociedad española: la envidia.
De una forma u otra las miserias personales se llevan mejor si sabemos y comprobamos que la miserias ajenas, son superiores. Sin embargo, apartando todo el rollo mediático y mercantil, lo más triste para mí es la desintegración de la familia. Cuando creces en un ambiente deportivo profesional, sabes que la familia es una parte fundamental del proceso. Como niña, la mayoría de las decisiones importantes las toman tus padres o tus entrenadores. Tu no decides las horas que vas a entrenar, ni a las competiciones que vas a asistir, ni la alimentación o preparación física que se considera es la más adecuada... a tí simplemente te llevan y te acostumbras a perder parte de tu vida, en medio de una pista de tenis o una piscina.
Para cada quien este proceso es diferente, pero lo que es igual para todos, es la necesidad de tener tu familia cerca, la cual a su vez, se sacrifica en muchas cosas, pues el practicar un deporte de forma seria implica un cambio total en el horario familiar. La familia se compromete igual o incluso más que el niño, ya que en gran medida el éxito consistirá en la constancia. De esta forma, el triunfo de uno, es un triunfo comunal, basado en el esfuerzo de todos. Por eso es para mí tan triste, cuando esta unidad se rompe, aunque lamentablemente hayan muchos casos anteriores al de Arantxa, no solo en el mundo del deporte, sino también en el mundo del espectáculo.
En qué momento decides que tu vida familiar, con tus fotos y tus recuerdos, ya no te sirve, que en los nuevos logros o los terribles fracasos , tu familia no estará presente? Es como si un día cruzaras al otro lado y eres capaz de verte ajeno al otro.
En qué momento cruzas la línea y los que eran tus hijos o tus padres se convierten en los enemigos a batir, en una historia de terror que estará bailando en boca de todos, en una historia con tanto rencor acumulado que te merece la pena estar sin ellos?
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