La mente es sin duda un laberinto sumamente interesante. Siempre me han llamado la atención las enfermedades mentales, quizás porque son parte de ese laberinto, tan difícil de explicar y de comprender. La mente puede crear un infierno lo que es el cielo y viceversa. Somos en muchos sentidos, lo que pensamos, y sobre todo, somos lo que creemos.
La belleza, el placer y las emociones, están directamente relacionadas con la mente, es por eso, que pueden existir tantos tipos de belleza como personas haya. La belleza por lo tanto es subjetiva y aunque con el pasar de los años, determinados estilos se hayan transformado en patrones, la belleza sigue siendo algo particular que se encuentra principalmente en los ojos de quien la observa. Según Paul Bloom esto se puede explicar de la siguiente forma : ¨Si te gusta alguien, el siempre te parece que luce mejor. Esta es la razón por la cual esposas y esposos en matrimonios felices tienden a pensar que sus parejas se ven mucho mejor de lo que cualquier otra persona pensaría¨ . No se trata entonces, de que el amor es ciego, simplemente se trata del placer y bienestar emocional que esa otra persona despierta en nosotros. La belleza entonces, se encuentra verdaderamente en el interior, no tanto del objeto o la persona, sino en el otro que ve reflejada su experiencia en ella.
Reconozco que determinados lugares me hacen sentir diferente, especial. Queen of Tarts, Avoca o Le pain quotidiane, son lugares con cierto encanto en su atmósfera, que se transmite en un disfrute todavía mayor de sus productos. Saboreas no solo la comida, sino también las sensaciones que esos lugares te ofrecen. Posiblemente, los mismos productos servidos diferente y en otro lugar, no causarían la misma impresión. Lo mismo ocurre cuando se compran determinados productos. Solemos pensar que lo caro es mejor, y aunque muchas veces es así, también es cierto, que en determinados productos la diferencia es mínima y aportada basicamente por nosotros. Entre dos bolsos, hechos ambos del mismo material, la preferencia de muchos en tener en el original, aunque no haya ojos capaces de diferenciarlos, se basa precisamente en esa experiencia previa, en el placer que nos hacer sentir el saber que llevamos un Carolina Herrera, entre otros, colgando del brazo. Nadie más lo sabe, tu si, y de ahí su valor. Pagamos lo que pensamos que vale la experiencia, no lo que cuesta en realidad el producto en sí, de ahí que los grandes diseñadores hayan abierto su marca a los complementos, esos pequeños bienes, al alcance de muchos, que buscan esa sensación a un coste más moderado. Para resumir, compramos la experiencia, no solo el producto, por lo que una vez más, el valor que estamos dispuestos a pagar por algo es siempre personal.
Para mí una guitarra, un comic o un ordenador por 3000 euros es una locura. Ninguno de estos bienes crea en mí ninguna experiencia especial, por lo que su valor para mi desciende considerablemente. Obviamente, los mismos productos para Jaime, encierran una experiencia completamente diferente lo que aumenta considerablemente el valor de estos productos. La experiencia personal es entonces la que cuantifica. Por eso para alguien fanático de Britney, el chicle mascado por ella, tiene un valor de 700dólares y el medio desayuno que dejó Obama, el cual se subastó por Ebay, también. El vestido de Marc Jacobs por 2500 euros que enfermó a Jaime, es capaz de proyectar para alguien la misma experiencia que la super guitarra Martin. Alguien diría, cuestión de gustos y sobre todo, de personas.
La belleza está en los ojos del que mira, por eso, siempre siempre, vemos a nuestras parejas super guapas y nuestros hijos, incluso cuando queremos ser objetivos, lucen también más guapos que el resto. De ahí que la mayoría de las madres primerizas, desean que sus hijos se parezcan a su pareja. La típica frase de: no es porque sea mi hijo, sobrino, nieto, pero, qué guapo es! Tiene de verdad muy poco, porque precisamente lo ves así de extremadamente guapo, sencillamente por el placer que te causa el verlo.
La belleza, al igual que el arte es entonces algo personal. Consideramos bello lo que nos emocionada, lo que nos crea una experiencia que le aporta cada vez más valor. Después de 12 años con Jaime, cuando ya me debería haber acostumbrado de lo feo que él dice que es, resulta que cada día yo lo veo más guapo y es que la experiencia personal es tan increíble que por esa razón si tuviera que decidir entre el y Spencer, no habría la menor duda!
1 comentario:
me encanto tu narrativa y tu apreciacion de la belleza , 100% de CUERDO
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